por JUAN M. FERRER
Imaginen por un momento, salir a jugar a futbol, y no tener clara ninguna regla, desde el momento en que las reglas anteriores ya no proceden o han cambiado. Además, a medida que transcurre el partido y dependiendo del nivel de público que nos está mirando en el estadio o de la capacidad de competir que demostremos, nos vuelven a cambiar las reglas. Las normas no se cambian por el bien del fútbol o el espectáculo, ni tan siquiera del muy respetable público, se cambian porque lo decide el niño del balón, que si pierde o no le gusta la partida, adapta el reglamento o se lleva el balón. Pues así estamos los empresarios desde hace más de ocho semanas, jugando al fútbol en un acantilado, con el niño del balón y su panda.
Confusión en todo y para todo, si una regla puede quedar no clara o lleve a diferentes interpretaciones, da igual, son las que desarrolla este gobierno, y para muestra un botón. Terrazas al 30%, ahora no, al 50%, pero además los ayuntamientos pueden conceder el 100% si quieren, mientras respeten la distancia de 2 metros, pero también cuidado con el aforo. Además, si cumples distancia entonces el aforo y ls metros sumado por la raíz al cubo del teorema de Pitágoras te sale el número de mesas o la teoría del agujero negro de Hopkins. Si al resultado le restas el 30% de ocupación interior en segunda fase, o no mejor el 40%, que han vuelto a cambiar de opinión, con cuarentena de 14 días para los pobres ilusos que nos visiten, nos llevan a abrir las puertas de los negocios, porque hay que mover la economía, pero no mucho, pero movedla, pero ¿en que c…. quedamos?
Los empresarios de las islas estamos rezando para que el niño del balón no prolongue el estado de alarma hasta finales de junio, porque entonces sí debemos pensar en abrir solo la próxima temporada. Ya que nuestra única esperanza es que nuestros gobernantes locales, que deben romperse la cabeza en secreto cada vez que sale en la televisión o se publica un nuevo BOE, puedan, por favor, darle algo de sentido común, coherencia y definición al tema de los ERTEs. Un asunto que necesita un enfoque práctico a la elasticidad que nuestra actividad turística requiere. Se necesitan medidas para todo 2020, fuerza mayor por conectividad aérea y prolongación automática a ERTE productivo, ERTEs de entrada y salida flexibles para incentivar que las empresas desafecten a más trabajadores aunque sea tres meses, bonificar la seguridad social de los trabajadores que deban quedarse en el ERTE, bonificar la contratación todo el 2021, y así no destruiremos ni empleo ni puestos de trabajo.
Y es que actualmente, la desescalada de los ERTEs repercute a cada sociedad jurídica dada de alta con trabajadores y no al centro de producción en concreto. Por lo consiguiente, una empresa, por ejemplo, con 20 trabajadores con dos o tres centros de producción, y que quiera abrir un de los centros, para empezar a mover la economía, dar trabajo a su equipo, volver a pagar alquileres, etc, debe deshacer todo el ERTE de esa sociedad. Por lo cuál y para evitar perder más dinero no se atreverá a abrir. Y es que con unos legisladores incapaces de entender las reglas de la economía productiva durante el transcurso de todo el confinamiento y al no haber transmitido los mensajes y las reglas en las fechas en las que actualmente deberíamos estar volviendo a poner toda la maquinaria en marcha, crean desconfianza, pavor e inseguridad y un muy mal ejemplo.
El despropósito del legislador va más allá, porque en esta negociación los hooligans no son los de Magaluf, ríete de esos pobres chovinistas con bañadores de banderas inglesas borrachos. Son los tres ministerios que estaban negociando. Más el cuarto en discordia y último en llegar, el de Economía, que al ver que los recursos del país no alcanzan para llegar a julio, decide que las empresas abran si o si, aunque sea con una terraza con dos personas, y para ello deben salir del ERTE 20 ó 200 trabajadores, aunque no sepamos cuando van a poder trabajar. El objetivo es que salgan. Caiga quién caiga, lo importante es que vuelva a entrar pasta en las arcas del Estado.
Esta constante y permanente inseguridad jurídica en todo lo que hacemos en este gran país el nuestro dirigido por el niño del balón y su equipo de ministros incendiarios como Garzón, y su tesis de economía sobre el turismo, Iglesias politizando sobre el patrimonio, tasas del Covid y más oportunismos ocurrentes de penoso conocimiento económico, Yolanda Díaz ilustrándonos en los ERTES a lo Barrio Sésamo, y Teresa Ribero, resumiendo con -que abra el que pueda o quiera – , es un preludio de lo que estaban por hacer. Resulta desesperante, ante todo muy ineficiente y en el fondo muy cansino y agotador para los trabajadores y empresarios que nos dedicamos al turismo, responsable del 24% de todo lo que genera el país, y que lo único que hacemos es trabajar y pagar, no poder tener unas reglas de juego definitivas y a la vez flexibles para encarar la arrancada y empezar a reconstruir de nuevo el país.
Es por esta razón que hay que aplicar un cambio de tendencia que, hasta los sindicatos, tan en teoría afines a este color o ideal de gobierno hasta la fecha, han elegido para esta Post Covid reconstructivo. Se trata del camino del trabajo, la empresa y el sentido común ante todo y sobre todo. Es la vía para poder empezar a motivar el arranque de las empresas turísticas con flexibilidad de producción, paso a paso hacia la conectividad aérea e intentar no destruir empleo, manteniendo así el tejido industrial y turístico de las islas.
Y para finalizar, muchas de las personas que lean este artículo todavía no sabrán ni habrán entendido la letra pequeña de los ERTEs del BOE, ya que salió dos días después, y ahora y después de no haberlos entendido nadie ni de un lado ni del otro, ni de arriba ni de abajo, esperamos la ilustración práctica de nuestros gobernantes y sindicatos locales que nos ayudará a entender las reglas de juego y poder implementarlas. Porque los que se dejaron iluminar y desafectaron su actividad por un rayo de sol, por un metro más de terraza ocupada pero no concedida, y viendo la cuarentena de 15 días que ha impuesto el niño del balón, posiblemente se encuentren con este panorama y no les quede más remedio que este Erte se lo tengan que comer enterito.
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